¡Ay, si yo tuviera fuerzas
para ser tu costalero!
Recibid sobre los hombros
fortalecidos tu peso,
para ganar la medalla
de una llaga sobre el cuello,
-condecoración anónima
a la entrega y al esfuerzo-.
Si tu quisieras, Señor,
me nacerías de nuevo
y al pasar de niño a hombre,
me harías tu costalero,
capaz para levantarme
cuando me venzan mis miedos.
¡Qué...