
"TRIANA SIEMPRE AGRADECE"
Fueron las lágrimas de Carmen, una vecina de la calle Castilla, las que al grito de “¡está ardiendo el Cachorro!” conmovieron a Rafael Blanco aquel 26 de febrero de 1973. Como empleado del polvero que había frente al templo, este joven de Alcalá de Guadaíra no se lo pensó dos veces, se armó de valor y decidió intervenir:...