No quiero pensar ni por un momento que esta carta sea una carta de despedida porque si tomé la decisión fue por la esperanza y el deseo de que el hecho de salir de tus trabajaderas no significara salir de tu familia, la familia de Ángeles costaleros del Domingo de Ramos, la cual espero que me siga recibiendo de la misma manera y con el mismo cariño que me han demostrado durante estos cinco años.
La semana previa fue dura para mí pero os aseguro que el Domingo de Ramos llegó la recompensa: primero llegaron los nervios en la cochera de nuestro amigo Humanes, nervios como si de mi primer Domingo de Ramos se tratara, luego emoción y sentimiento cuando en esa primera levantá le mandábamos todas nuestras fuerzas a nuestro Capataz para que pronto esté frente a su Virgen, a continuación disfrute con cada chicotá cuando notaba que mi cuerpo me respetaba como si supiera que este era su último Domingo de Ramos, y por último, la satisfacción de estar bajo tus trabajaderas hasta la última arriá dentro de la capilla, gracias a la bondad y gran detalle que tuvo conmigo mi amigo-hermano Juan Antonio cediéndome su sitio para hacer la entrada.
Una vez se arrió el paso por última vez este Domingo de Ramos, hice por salir el último, besé mi trabajadera y eché un último vistazo a mi alrededor y fue entonces cuando comprendí que aunque yo no fuera más su costalero, mi corazón jamás saldría de debajo de esas trabajaderas.
GRACIAS DE CORAZÓN A TODOS Y CADA UNO DE MIS HERMANOS COSTALEROS DE LA VIRGEN DE LOS ÁNGELES Y A SU EQUIPO DE CAPATACES POR ESTOS CINCO AÑOS INOLVIDABLES...
…Y QUE SIEMPRE SIGAN SONANDO.
Joaquín Galán Martín.
Costalero de la Virgen de los Ángeles por siempre.