¡Ay, si yo tuviera fuerzas
para ser tu costalero!
Recibid sobre los hombros
fortalecidos tu peso,
para ganar la medalla
de una llaga sobre el cuello,
-condecoración anónima
a la entrega y al esfuerzo-.
Si tu quisieras, Señor,
me nacerías de nuevo
y al pasar de niño a hombre,
me harías tu costalero,
capaz para levantarme
cuando me venzan mis miedos.
¡Qué nueva y plena presencia
llenándome por entero,
en una invasión rotunda
de alma , corazón y cuerpo!
Si tuviera corazón,
si me fundieras de nuevo,
si TÚ, quisieras,
me harías tu costalero.
Saber cuánto pesa el alba,
aprender si duele el viento
y cuánto dura en la piel
la huella que deja un beso.
Poder llevarte en la carne,
como en el alma te llevo
y en la rosa de mis labios
y en el cristal del aliento.
Sentirte en los cuatro puntos
cardinales de mi cuerpo,
igual que estas en mi risa
y en la raíz de mi verso.
Si tu me hicieras capaz,
sería tu costalero.
Crucificado en tinieblas
de soledad y silencio,
bajo una trabajadera
de penitencia y de premio,
por saberte tan cercana
y alejada al mismo tiempo.
Jamás te ha llevado nadie
tan en como mí me te presiento,
para el día en que allí arriba
me iguales de costalero.
Porqué Tú eres Esperanza
y luz de los marineros
y yo ando a la deriva
de un aire de tierra adentro,
soñador y esperanzado
que en tu barco trianero,
ando buscando la gloria
DE ESA MEDALLA DE FUEGO,
GRABADA EN LA CARNE VIVA,
QUE LLEVAN LOS COSTALEROS.
AUTOR:MANOLO GARRIDO.