18 de enero de 2010

¿Faltan costaleros? o ¿Faltan capataces?



- "Me han dicho que tal hermandad lo está pasando mal porque no tiene gente…"

- "Pues, que yo sepa, dicen que han entrado lo menos diez costaleros nuevos…"

¡Al comenzar una nueva Cuaresma! Los ansiados ensayos de costaleros producen expectación e incertidumbre ante la incógnita de saber cómo están las cuadrillas de gente.
Las tertulias de costaleros, lejos de evaluar las formas del andar de los pasos , se van centrado en el número de costaleros que componen las cuadrillas y en su defecto la gente nueva que va entrando.
Ésta es mi décima Semana Santa saliendo de costalero y otra vez más me vuelve a rondar por la cabeza la pregunta de siempre… ¿De verdad que aquí hay falta de costaleros o el problema está en que no hay capataces lo suficiente cualificados?
Por más vueltas que le doy siempre llego al mismo lugar. Lamentablemente y muy a mi pesar, carece la figura del capataz.
Ese capataz que sabe mantener y renovar la ilusión del costalero marcándole nuevos objetivos, cuidando muy mucho el aspecto físico del costalero, mandando sobre su postura debajo del paso, mandando en la manera de hacerse la ropa, mandando sobre su disciplina y saber estar debajo de la trabajadera, enseñándole el "porqué" se han de hacer los aspectos técnicos, alimentando siempre el espíritu del cirineo, del sufridor. O, como se dice en nuestro argo, enseñarlo a "coger kilos".
El costalero tiene una media de vida muy corta. Son pocos los que superan los cinco años bajo las trabajaderas. Aunque soy consciente que en este aspecto también cuenta la afición. Hay un denominador común en todos estos costaleros, que tras 3 ó 4 años no pueden continuar bajo sus Titulares: los problemas físicos en la espalda, cervicales… Debido a los famosos 18 ensayos que se hacían antiguamente, a la ropa pequeña e inadecuada, a la mala igualá y malas posturas que te obligaban a realizar un sobre esfuerzo.
Desde estas líneas animo al capataz a preocuparse de estos aspectos, pues tiene el puesto de mayor responsabilidad de toda la Semana Santa, tiene en sus manos la salud de 30 hombres. Darle golpes a un martillo y llevar un paso cuadrado mandando a cinco metros de él es la tarea más leve que ha de tener. Antes de eso, hay que preocuparse de muchos aspectos. El capataz tiene que levantar el faldón, y preocuparse por lo que va debajo.
Pienso que así la vida del costalero sería más longeva, pues la ilusión se renovaría cada año, con lo cual tendríamos más costaleros. La figura del capataz se respetaría mucho más, pues ese respeto y confianza en lo ojos del costalero se ha de ganar. Con estos problemas resueltos, empezaríamos (por fin) a evaluar la forma de andar y trabajar de nuestros pasos.

PD.: Al hablar de capataces en este artículo, no son todos los que están ni están todos los que son.

José Luis Ballesteros .
18 Enero 2010

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