Hay un momento que sólo conocemos los que tenemos la suerte de poder salir bajo los pasos en el que el hombre acerca su fe a la madera hasta que ambas se funden. Es tan sólo un instante. Son apenas segundos en los que la tensión y el nervio se apartan de ti para concentrar todo tu ser en la oración.
Sólo por éste momento tiene sentido ser costalero. Sólo por ese instante de soledad acompañada un hombre puede y quiere castigar su cuerpo con el peso de un Señor en el que vuelca su deseo, su pasión, su sentimiento, su amor, su caridad, su simpatía, su devoción, su amistad y, en definitiva, su manera de ver las cosas.
Este instante, íntimo y personal, bello y sencillo, es la explicación absoluta del por qué somos cristianos y del por qué amamos hasta el extremo salir de costaleros bajo el Señor o su Madre: por esa comunión tan especial que conseguimos con la imagen a la que entregamos nuestro tiempo, nuestra salud y nuestra dedicación. Este hilo directo hacia la Gloria nos vincula a ese algo superior e ininteligible que a veces no sabemos comprender, pero cuya existencia deseamos y proclamamos.
Por este momento somos algo más que pegaportes, asalariados o meros aficionados a algo; por este momento somos algo más que simples hijos de Dios como otros tantos: porque tenemos la suerte de poder cerrar los ojos, oler esa madera de santidad, tomar Su mano… y andar con Él como sólo se anda en los mejores sueños.
Y aunque hoy se desvele esto aquí, todos sabéis de sobra que en ése mismo instante que casi todos tenemos, sólo hay cosas que quedarán entre Tu y Él.
Por este momento somos algo más que pegaportes, asalariados o meros aficionados a algo; por este momento somos algo más que simples hijos de Dios como otros tantos: porque tenemos la suerte de poder cerrar los ojos, oler esa madera de santidad, tomar Su mano… y andar con Él como sólo se anda en los mejores sueños.
Y aunque hoy se desvele esto aquí, todos sabéis de sobra que en ése mismo instante que casi todos tenemos, sólo hay cosas que quedarán entre Tu y Él.
Fuentes: El Convento del Monaguillo.
foto: Lourdes Almagro.
24 Mayo 2011
24 Mayo 2011