Es moneda común hablar en estos tiempos del nivel de la Semana Santa. Del bajo nivel. Para que vamos a empezar el artículo con circunloquios. Porque se ha instalado en el imaginario colectivo del mundo capillita que la clase dirigente cofradiera no le llega ni por asomo a la de décadas anteriores ni ésta a la de su década antecesora. Es decir que para buscar dirigentes adecuados habría que remontarse quizá varios siglos atrás. Por un par de personajes o tres, y por la antipropaganda que está haciendo gente que estuvo, que ya no está pero que le gustaría estar, esta impresión se ha generalizado tanto que, como si fuera el resultado de una práctica goebeliana, de tanto repetirse parece que es verdad. Y así da la impresión de que las cofradías están gobernadas mayoritariamente por gente insolvente de escasa formación que lo que busca únicamente es su promoción personal y profesional; la cofradía como un trampolín.
Esto que ahora provoca que se hagan cruces no era de aplicación a personajes mitificados como Juan Manuel que precisamente tenía basado su negocio en las cofradías y en la relación de compra venta que establecía con ellas. Pero no viene al caso. Al caso viene que haciendo un repaso de los perfiles de quienes ahora, en este momento gobiernan las hermandades, estamos ante uno de los colectivos más solventes e interesantes de los últimos tiempos. El perfil del actual hermano mayor es el de un profesional liberal o asimilado que cuenta con una sólida formación humana y capacidad organizativa. Están en su mayoría en la década de los cuarenta, es decir, algo alejados de esa generación neocóm que será la que tome el relevo si nada lo remedia. Se han criado en la Iglesia de la democracia, han vivido mayormente en el pontificado de Juan Pablo II y por eso son conscientes de que la comunicación, más que un pecado, es una necesidad para transmitir todo lo que debe trasladar a la sociedad la gente de fe. Moralmente son gente adaptada a su tiempo y no al de las cavernas.
“Son unos figurones”-dicen quienes desde las barras de las tabernas quisieran figurar como ellos. Es uno de los peajes que tienen que pagar aunque tampoco este es muy caro. Salvo excepciones, que las hay, de dirigentes que se invisten de virreyes o de presidentes de consejos de administración con sus protocolos y sus tonterías, esta etapa de la Semana Santa tiene la fortuna de contar con un variado paisanaje de hermanos mayores que en la última década ha fortalecido a la celebración en su conjunto. Había que decirlo para contrarrestar al menos esa corriente que a lo mejor siente coraje de ver en una foto a una persona distinta a la suya.
19 Septiembre 2011
19 Septiembre 2011