Es como un rito riguroso. Con toda la grandeza escondida de los trabajos esforzados y humildes. Armar el costal que habrá de proteger la cabeza y la cerviz cuando sobre ellas caiga inclemente la trabajadera. Los viejos cargadores del muelle han transmitido su sabiduría de siglos a las nuevas generaciones y los jóvenes hermanos costaleros de nuestros días saben que a esa labor previa e insustituible se la llamó siempre "hacerse la ropa". Hoy es uno de los ceremoniales de la liturgia costalero asumido con respeto por quienes desean convertirse es sus ejercitantes.
" Seamos cabales y mantengámonos fuertes en nuestros compromisos y en nuestra fe y no hagamos como el mundo que busca siempre lo que le conviene" D. José Amador Busto. Diputado de Caridad Hdad. de la Borriquita.