16 de septiembre de 2013

Ser Costalero

Sabiamente dice mi hermano que ser costalero no sólo consiste en ponerse un gorro en la cabeza. Y razón no le falta.

Resulta que cada vez proliferan más aquellos que se creen que por tener una ropa bien tirada, una camiseta de tirantas, un pantalón remangado y ponerse medianamente derechos debajo de los pasos son auténticas estrellas de esto y no consienten no ser tratados de un modo especial allá donde vayan. Cada vez más son muchos los que creen que hay que sacar todos los pasos posibles, se pueda o no, rondando por cuadrillas durante dos, tres años y después inventándose excusas que ni ellos creen, o simplemente pegando la espantá para que nadie sea capaz de ponerle la cara colorada para ir a otro paso criticando al capataz o compañero anterior, durar otros dos años y así sucesivamente. Hasta que ya en la treintena no los quieran en ningún sitio, incluyendo sus hermandades de toda la vida y los primeros capataces que le dieron la oportunidad.Uno de los grandes problemas de este mundo es el que tienen aquellos que, siendo poco o nada en su vida habitual, tratan siempre de ser el más follasca allá donde vayan, se pongan derechos o no, hagan algo por la cuadrilla/hermandad o no. Simplemente por su cara bonita.

No soy amigo de las uniformidades en las cuadrillas de costaleros, pero muchos de estos que se creen en posesión de la panacea del mundo del costal, de los que van a los pasos con zapatillas plateadas, indecorosos costales con dibujitos -normalmente mal hechos- y los calcetinitos más llamativos posibles son los auténticos culpables de esa espiral por la que pagan justos por ellos, pecadores.

Tengo que reconocer que en muchos casos me avergüenzo porque muchos son de mi generación, se trata de jóvenes que con tres años debajo de los pasos se creen Torralbo o El Cerrojo y desprestigian y faltan al respeto a todo el que no tenga pensamientos tan peregrinos como el suyo, sea veterano o no.Si todos esos esfuerzos que dedica esta gente a disfrazarse de algo que nunca puede ser un costalero, a hablar de goles a los otros zancos, a aferrarse en ensayos a costeros que nunca serán suyos, a aprender todos los trucos para escaquearse al levantar arríar o en el mismo andar, a criticar al que lleva el zanco que desea y que, posiblemente, cuente por los bares que maneja de categoría sin haberlo catado ni en un ensayo, lo gastaran en aprender la historia del oficio, cambiaría mucho el panorama.

¿Dónde ha quedado el oficio? ¿Son tan responsables muchos costaleros como esas juntas de gobierno sin rumbo de que esté en peligro de extinción? ¿Por qué tenemos que pagar muchos jóvenes el daño que estos hacen a este mundillo?

Ser costalero es saber hacerse la ropa y saber usarla, sin duda. Pero muchas cosas más que ellos desconocen empezando por la hombría, el vestirse por los pies y el respeto.Y sobre todo estar agradecido a aquellos que te dieron la oportunidad de ser y sentirte algo tan bonito como costalero y que tú, tú que te has dado por aludido leyendo esto, estás contribuyendo a cargártelo por ridículos y absurdos egos personales.

Un Saludo  (cartas al blog costaleros pinturescos)

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