29 de mayo de 2015
Subvencionitis...Por Javier Macías, 28 de mayo de 2015
16:12
P. Coto
«Las juntas de gobierno no deberían permitir que utilicen su nombre, notoriedad e historia para hacer campaña y ganar un puñado de votos»
Cuando llegan las elecciones municipales, los candidatos suelen salir a buscar el llamado «voto morado» a base de promesas, que normalmente suelen traducirse en subvenciones o medallas de la ciudad. Algunas hermandades, a sabiendas del beneficio que ello les repercute, le hacen el juego a los políticos. Pero lo que nunca había ocurrido hasta ahora es que ese juego fuera a la inversa.
Ha ocurrido en Pino Montano, una hermandad ejemplar, con una enorme actividad, que está creciendo de forma espectacular en uno de los barrios más poblados de Sevilla. A sólo dos días de las elecciones, la junta de gobierno emitió un comunicado cargando contra el Ayuntamiento porno haberle pagado la obra del pórtico de la parroquia y el arreglo de una campana de la espadaña. Toma ya. Ahora resulta que el Ayuntamiento tiene que pagar más de 40.000 euros(de todos los sevillanos) a una hermandad para abrir una puerta y arreglar campanas. Y, como no me lo dan, pues os vais a enterar, voy a contárselo a mis hermanos, vecinos y feligreses a un día de las elecciones.
La subvencionitis en la que están sumidas las cofradías es muy peligrosa. Las juntas de gobierno no deberían permitir que utilicen su nombre, notoriedad e historia para hacer campaña y ganar un puñado de votos. Lo de Pino Montano no deja de ser una promesa incumplida. La hermandad contaba con un dinero –nunca aprobado–, realizó las obras, y se encontró a dos semanas de las elecciones que no le llegarían los 41.000 euros prometidos, obligándose ya sin más remedio a pagarlo de su propio bolsillo. Le compró la moto al político y luego se la ha regalado al candidato contrario.
Habría que crear mecanismos para evitar la arbitrariedad a la hora de conceder dinero público. La política y las hermandades deben aprender a convivir de forma paralela, pero nunca deben cruzar la línea roja electoralista.
Fuentes: Pasión en Sevilla.