En ocasiones, la razon,los sentimientos y la fe van de la mano y entonces la vida parece mas sencilla. En esos casos, nuestro ser y sentir creyente se vive con facilidad, sin que haya ningun cabo suelto y nuestro día a día transcurre con calma, aunque haya problemas o contratiempos.
Pero de pronto surge el golpe mortal que nos sacude y estremece por prematuro o inesperado y, lo que estaba en armonia se distorsiona: la razon, la fe y los sentimientos no pueden o no quieren ir ya juntos y la paz se altera. Nos hacemos preguntas que sabemos sin respuesta y lo que antes parecia un edificio de roca firme se convierte en un castillo de naipes.
Ese Dios tan cercano se vuelve si lencioso y ausente. La paz interior de la que disfrutabamos queda rota por los gritos de los sentimientos y entramos en contradiccion con nosotros mismos: la fe nos dice que el que se ha ido esta en presencia de Dios, que ha pasado a mejor vida los sentimientos nos hablan de pérdida irreparable, de ausencia, de Vacío.
Y vienen las palabras de apoyo, los abrazos, las miradas calladas y poco a poco uno se da cuenta que no esta solo, que los demas te estan ayudando a llevar este dolor. Y lo hondo de tu ser esta saliendo paz, sientes que Dios te ha estado abrazando a través de esas personas, que ha estado siempre a tu lado y te sostiene.
Poco a poco vuelve la armonia.