Tendría que comenzar relatando aquella breve historia de la Hermandad que se publicaba todos los años en la Guía de Semana Santa en la década de los ochenta que decía:
“El 14 de abril de 1974, coinciden en el porche D. Antonio Sánchez Ramírez, Enrique Martín Molina, Miguel Benítez Álvarez y Juan Manuel Nuñez Muñoz…”, pero no os voy a cansar repitiéndola. Consúltenla.
A lo que me voy a referir es a alguna que otra vivencia de aquellos momentos previos a la formación de nuestra querida Hermandad. Por ejemplo, cómo llegamos a obtener la imagen de nuestro Cristo Titular.
Debido a la impaciencia propia de la edad, pues éramos unos chavales, queríamos hacer realidad nuestros deseos de la forma más rápida posible. Buscar un escultor que tuviera que hacer la imagen nos parecía un camino muy largo. Además, rimbombante y serio. Casi nos asustaba la palabra escultor y tener que entrevistarnos con él.
Preguntamos a todos aquellos que creíamos que podrían aconsejarnos sobre su adquisición más rápida, o sea, que ya estuviese hecha. Nos comentaron que algunos pueblos habían suspendido la salida procesional de la imagen que buscábamos (“La Borriquita”). Concretamente, fuimos a Olvera por indicación de D. José María Gómez Martín, párroco del Sagrado Corazón por aquella época. El viaje fue toda una odisea por los incidentes del camino y porque las carreteras de la sierra gaditana no se parecían en nada a las que tenemos hoy. El vehículo era, como no podía ser de otra manera, un Seat 600, de un amigo que tenía el privilegio de poseer coche. Al llegar nos encontramos, con la mala noticia para nosotros, de que habían reiniciado la salida procesional. Viendo que era difícil por esta vía, pensamos adquirirla de la localidad catalana de Olot, famosa por la fabricación de todo tipo de imágenes religiosas.
Teníamos como espectador de nuestras idas y venidas a nuestro querido y recordado párroco antes mencionado, D. Antonio, que nos recomienda que lo mejor sería hacer una talla original. Esto éramos lo que habíamos desechado por creer que se dilataría en el tiempo y parecernos muy difícil de conseguir. Pensábamos que costaría mucho dinero, del que carecíamos.
Al final aceptamos la propuesta del “cura”. Fue él quien nos presentó al escultor que realizaría la imagen de Cristo Triunfante: D. JOSÉ LÓPEZ EGREJA, un hombre asequible y amable, natural de Alcalá del Río y vecino del barrio de la Macarena, al que creo que pocos conocen, motivo por el que lo inserto en estas líneas como pequeño homenaje.
Era un hombre poco interesado en lo económico. En nuestras conversaciones apareció muy pocas veces la palabra dinero. Hablábamos del plazo de entrega, de las medidas y otras características de la imagen. Le tenía especial cariño a nuestra Hermandad. Todos los años venía a presencial la salida y el recorrido de la misma, junto con algunos familiares.
En las distintas visitas que hice a su taller, tuve la suerte de ver como unos troncos de pino Flandes, apilados en el portal de la casa, se iban transformando en la dulce y serena imagen que hoy veneramos. Pude ver también en su taller decenas de fotos y revistas donde aparecían borriquillos originarios del lugar donde nació Jesús, como modelo para realizar nuestra “Borriquita” y que se acercara lo más posible a la realidad.
En una de sus visitas al taller, señalándome a una Virgen en restauración, me preguntó si la conocía, a lo que contesté que no. Él me dijo: «La conoces muy bien». ¡Y tanto que la conocía! ¡Era nuestra Patrona, la Virgen de las Nieves!
El motivo de que no la reconociera fue porque estaba desprovista de su habitual ropaje. ¡Me encantó la coincidencia de las dos imágenes den el mismo taller! Fue como una premonición de que iban a estar juntas en el mismo templo.
El momento más esperado ocurrió a mediados de marzo de 1975, cuando recibimos en el porche, al atardecer, de manos de EGREJA, que así le llamábamos, lo que habíamos encargado meses antes, cumpliendo, por su parte, los plazos prometidos puntualmente, de forma que el 19 de marzo, día de San José, fue bendecida la imagen por el susodicho párroco, D. Antonio, estando presente en el acto las autoridades de la época.
Fue de esta forma, a grandes rasgos, cómo conseguimos hacer realidad aquel sueño originario.
ENRIQUE MARTÍN MOLINA
Hermano número 2