¿Quién desconoce la Esperanza ? A lo largo y ancho del mundo constatamos cómo el título de La Esperanza acompaña a numerosas advocaciones de la Virgen. Y no podía ser de otra manera. En la Salve Regina, que con el Padre Nuestro y el Ave María forma el tríptico de las primeras oraciones del cristiano, se proclama a María como nuestra más sólida esperanza:
Dios te salve, Reina y Madre de Misericordia, vida, dulzura y Esperanza nuestra, Dios te salve.
No es cosa de ahora, ni es cosa únicamente del cristianismo, que uno de los títulos de veneración de la abogada por excelencia de la humanidad ante la divinidad, sea la esperanza. Ya entre los griegos la Esperanza (venerada bajo el nombre de ElpiV - Elpís) era una divinidad alegórica que pasó a los romanos con el nombre de Spes. Era hermana del Sueño (UpnoV -Hipnos), divinidad también alegórica que deja en suspenso nuestras penas. Cuando Epimeteo abrió la Caja de Pandora, que según una tradición contenía todos los males, y según otra más verosímil, todos los bienes que, como tenían alas, salieron volando. Y al cerrar de nuevo la caja, ya sólo quedaba dentro de ella un bien: la Esperanza. Por eso bien dice el refrán que "La esperanza es lo último que se pierde".
También en el cristianismo la esperanza es una de las tres virtudes supremas (junto con la fe y la caridad) de manera que su ausencia produce por sí misma la condenación irremisible.
La Esperanza, o simplemente Esperanza, y casi siempre refiriéndose a esta advocación de la Virgen, es un nombre geográfico muy extendido por todo el mundo latinoamericano.
És éste un nombre bello por sí mismo, lleno de atractivo, coronado, por si fuera poco, por una constelación de mitos, leyendas y tradiciones que le dan plena vigencia.
Nota:Ancla como símbolo de la ESPERANZA
El uso simbólico del ancla en el cristianismo se relaciona con la cita de la carta a los Hebreos (cf. Hb 6, 19) donde se hace referencia a las promesas de Dios en Jesucristo como esperanza de los cristianos, un ancla:
(...) asiéndonos a la esperanza propuesta, que nosotros tenemos como segura y sólida ancla de nuestra alma (...)
El uso simbólico del ancla en el cristianismo se relaciona con la cita de la carta a los Hebreos (cf. Hb 6, 19) donde se hace referencia a las promesas de Dios en Jesucristo como esperanza de los cristianos, un ancla:
(...) asiéndonos a la esperanza propuesta, que nosotros tenemos como segura y sólida ancla de nuestra alma (...)
Hebreos 6, 18c-19
FUENTES: Elalmanaque.com