Sólo por éste momento tiene sentido ser costalero. Sólo por ese instante de soledad acompañada un hombre puede y quiere castigar su cuerpo con el peso de un Señor en el que vuelca su deseo, su pasión, su sentimiento, su amor, su caridad, su simpatía, su devoción, su amistad y, en definitiva, su manera de ver las cosas.
En ése momento, aunque cerrando los ojos uno tan sólo note el olor de la madera aún virgen de talla, hay mucha más gente contigo de la que puede aparecer en una foto: están esos tus padres a los que tanto quieres, con sus preocupaciones y su salud; están esos tus hermanos con los que te criaste y que siempre te piden que te acuerdes de ellos cuando lo lleves encima; están esos tus hijos y tus sobrinos, a los que deseas educar en un camino de fe que les lleve a comprender que no estamos solos en este mundo; están esos tus amores, que te han querido y acompañado a lo largo de tu vida; están esos tus amigos, que siempre te alegran en tus ratos libres y que te hacen la vida hermosa; están esos que ya te faltan físicamente al lado, pero que, justo en ese momento de reflexión pausada junto al respiradero de tu paso, se notan respirar a tu lado, junto a ti. Para todos ellos y para ti le pides suerte, fortaleza, salud y trabajo.
Este instante, íntimo y personal, bello y sencillo, es la explicación absoluta del por qué somos cristianos y del por qué amamos hasta el extremo salir de costaleros bajo el Señor o su Madre: por esa comunión tan especial que conseguimos con la imagen a la que entregamos nuestro tiempo, nuestra salud y nuestra dedicación. Este hilo directo hacia la Gloria nos vincula a ese algo superior e ininteligible que a veces no sabemos comprender, pero cuya existencia deseamos y proclamamos.
Por este momento somos algo más que pegaportes, asalariados o meros aficionados a algo; por este momento somos algo más que simples hijos de Dios como otros tantos: porque tenemos la suerte de poder cerrar los ojos, oler esa madera de santidad, tomar Su mano… y andar con Él como sólo se anda en los mejores sueños.
Y aunque hoy se desvele esto aquí, todos sabéis de sobra que en ése mismo instante que casi todos tenemos, sólo hay cosas que quedarán entre Tu y Él.
Fuentes: El Convento del Monaguillo.
foto: Lourdes Almagro.
24 Mayo 2011