BLOG COSTALEROS DE LOS Ángeles 2018

Ángeles Costaleros del Domingo de Ramos

D. ENRIQUE GONZÁLEZ CABEZA " El Plancho"(1950 - 2015)

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23 de noviembre de 2017

4.CAPATACES Y COSTALEROS LA HISTORIA. (Alejandro Ollero Tassara y Luis León Vázquez)

La década de Oro
La historia de los capataces, como la de los costaleros, está por describir. Unos y otros, en el período del Barroco, pertenecieron a la clase trabajadora más humilde. Los capataces de esa época fueron también anónimos como lo siguieron siendo prácticamente hasta el siglo XIX.
Antes de proseguir quisiera nombrar a unos cuantos capataces que en el presente siglo XX han sido ejemplo y cátedra en el mando y organización de las cuadrillas de Sevilla.
Sin estos nombres propios, todos los que han heredado el mando en nuestras queridas cofradías no serían lo que son, por delante mi homenaje de admiración y respeto a ellos, que fueron LA DÉCADA DE ORO.
Por orden al alfabético citaré apellidos míticos: Adame, Ariza, Bejarano, Borrero, Dorado, Franco,Moreno , Pérez-Cano, Recho,Rojas.
Andar con buen paso es signo elemental de la vida, pero la simulación del paso humano cae fácilmente en lo grotesco. Esa vida que advertimos en las imágenes procesionales de Sevilla, se debe al trabajo de los costaleros; ellos, igualados y mandados por su capataz , harán que pasos de misterio, Cristos o Palios anden de distinta forma pero igual gracia.
Cada capataz tiene distinta fomra de igualas y mandar a su cuadrilla, no saliéndose de los cánones de este difícil arte. Todas las cofradías que salen en la Semana Santa son iguales pero distintas, lo explico: todas tienen uno, dos o tres pasos, pero vienen de distintos barrios y en este punto ya hay que diferenciarlas, pues los pasos que tienen más largo recorrido andarán de distinta forma que lo de menos trayecto.
Los capataces de este siglo transformaron la manera de llevar los pasos, pues si antiguamente se adornaban con pocas flores y cera, es en esta época cuando se encargan más de dichos adornos , pesando más los pasos y haciendo más lento el movimiento de los mismo debido a su peso y querer a su vez la cofradía más lucimiento.
Al más iletrado de estos capataces nadie le tenía que decir que cuando ordenaba a sus hombres, que era una calle larga, una calle estrecha o una vuelta, para crear belleza en el trabajo, porque los hombres, los valientes de las llamadas para las levantás sabían que estaban creando un trabajo con voluntad de trascendente de belleza.
En el costalero existía y existe el convencimiento de que el suyo es un trabajo algo más físico, que no se trata de simplemente de cargar unos kilos y recorrer una carrera, que al igual que el nazareno lleva escrito en su papeleta de sitio el recordatorio de las reglas que le ordenan dirigirse al tempo por el camino más corto, en la voluntad del peón que saca cofradías está la regla noe scrita de us siempre por el camino del trabjo más lento, mejor hecho, con mayor deleite y recreándose en la faena , más acompasado, más verdadero, más sentido. Sin que, feliz de él, lo sepa siquiera, el costalero tiene conciencia de que está creando arte.
En los capataces y en los costaleros de esta década encontraremos gremial orgullo de cuerpo, de sentido de pertenencia a una casta privilegiada, En el momentos que va delante del paso teniendo a su cargo el martillo, el capataz no se cambia por nada ni por nadie. Se sabe bien que con su voz corregirá cualquier movimiento del paso y sus costaleros ofrecerán el mayor de los sacrificios en aras de sus orgullosos esfuerzos , que no será otro que no poder ver aquello que están realizando.
En los capataces y en los costaleros de esta década encontramos gremial orgullo de cuerpo, de sentido de pertenencia a una casta privilegiada. En el momento que va delante del paso teniendo a su cargo el martillo, el capataz no se cambia por nada ni por nadie. Sabe bien que con su voz corregirá cualquier movimiento del paso y sus costaleros ofrecerán el mayor de los sacrificios en aras de sus orgullosos esfuerzos, que no será otro que no poder ver aquello que están realizando.




SALVADOR DORADO Y RAFAEL FRANCO


Los hermanos costaleros


El 17 de Abril de 1973, fecha histórica sin duda, es para muchos entendidos en la materia el punto de arranque que parca el comienzo de la transición, pero seria un gran error considerarla como única causa que motivó el cambio del viejo modelo.
El hecho que la Hermandadde los Estudiantes llevara su Cristo portado por los hermanos costaleros, podían haber quedado como un caso aislado o como una particularidad más dentro de la idiosincrasia de esta ejemplar Hermandad. Pero no cabe la menor duda, que cuando ocurre este acontecimiento sin precedente , dentro del contexto de las Hermandades de penitencia, encuentra el terreno lo suficientemente abonado como para que el efecto se multiplique en breve espacio de tiempo.


De hecho, yo me atrevería a afirmar que lo que hizo la Hermandad de los Estudiantes , para cierto sector de la Sevilla cofradiera, fue una sorpresa; pero para otro, era algo que se mascaba en el ambiente. De todas formas hay que reconocer que la Hermandad de los Estudiantes contaba con un hermano Mayor con la necesaria valentía para emprender la gesta: Ricardo Mena Bernal; un capataz con la suficiente autoridad y carisma como para darle la seriedad que la empresa necesitaba: Salvador Dorado Vázquez; un telar (la juventud universitaria), lo suficientemente amplio como para poder formar una buena cuadrilla, y una persona que transmitiera el mensaje a ese telar: José Luis Amoscotegui. Esta claro que en ese momentos no todas las Hermandades reunían esos requisitos necesarios para dar el paso hacia delante. Pero si había semillas sembradas que harían que este movimiento de los hermanos costaleros fructificara sorprendentemente.


Las semillas que dieron lugar al hermano costalero


Cualquiera que vea lo arraigado socialmente que está el costalero en la actualidad, no podría pensar que antaño éste estuviera tan mal considerado. Antonio Burgos lo define en el "Prólogo laico para una tradición religiosa" de su libro Folklore de las cofradías de Sevilla , como el "Lumpen" a lo más bajo de los estratos de la sociedad. Los sevillanos que tuvieron la oportunidad de vivir el viejo modelo en la primera mitad del siglo XX, pudieron ver escenas a buen seguro irrepetibles: pasos materialmente cerrados hasta abajo por tela metálica, costaleros entrando bajo los pasos estrictamente a escondidas, etc... Eran tiempos de los costaleros sin dinero, ni para comprar arpillera para su ropa, esperando las bolsas que la daban las hermandades para llevar algo de alegría a su casa, tratados de forma despectiva, con amargas cargas de hambre e incultura.


El cambio de la forma de ver al costalero por la sociedad sevillana
El costalero empieza a ser mejor visto con el cambio socio-económico que hace que el obrero se integre socialmente y a otros factores secundarios. Por citar algún ejemplo de factor secundario, me referiré al tan comentado libro Como llora Sevilla publicado en 1948 por el Padre Cué. En dicho libro el querido jesuita reviste al costalero con calificativos como el de: "Viril de Dios" "Florero de la más bella Señora" y sentencia frases como: "El día que Sevilla dejara los costaleros se acaba su Semana Santa" o "Poned un motor y unas ruedas y se acabó el ritmo humano de Sevilla" En resumidas cuentas, libera al costalero de su negra leyenda y lo convierte en paladín de la Semana Santa.
No voy a analizar, por supuesto, los efectos del libro Como llora Sevilla, por otra parte bastante , entre los que lo acusan de puto tópico y los que lo elevan al puro sentimiento sevillano.
Lo que si quiero es llevarles a la conclusión de que, con el arrastre social que llevaba el costalero tras de sí antaño, pocos estudiantes y jóvenes acomodados de la sociedad burguesa actual se hubieran metido bajo las trabajaderas.



Rafael Ariza Aguirre y José Ariza Mancera con la vista puesta en un dintel,
dos representantes de una gran zaga de capataces. A Rafael le fue otorgada
la medalla de la ciudad en su calidad de bronce por su dedicación a este sin igual mundo


La retirada de los grandes maestros

La retirada de algunos de los grande maestros, de los cuales casi todos tuvieron una sucesión digna: bien en su propia familia o por algunos aventajados de sus propias cuadrillas , no cabe la menor duda que intranquilizó a las Mayordomías de las Hermandades.
En los años setenta las cuadrillas estaban mandadas por Manuel Bejarano, Rafael Ariza Aguirre, Vicente Pérez Caro, Alfonso Borrero , Salvador Dorado y Rafael Franco que se intercambiaba con su hermano Manolo las dos cuadrillas que poseían.
En la segunda mitad de los setenta y primera de los setenta, se producen las sensibles bajas ya mencionadas que hacen tambalearse el ya consolidado esquema de los siete capataces.
Así, en 1965 se retira Alfonso Borrero, un año más tarde muere Rafael Ariza Aguirre, 1969 se retira Manolo Bejarano en todo su apogeo y en 1972 se retira José Ariza Mancera.

El crecimiento económico de los sesenta.
En los años sesenta, el trabajador empieza a tener una posición más holgada, dado el crecimiento económico de la nación. La industrialización trae consigo el aumento del nivel de vida, la subida de salarios, y la mano de obra en el muelle deja de depender de la fuerza y de mecaniza.

El ahorro de las Mayordomías de las Hermandades

Los salarios demandados por los costaleros pasan de menos de doscientas pesetas (finales de los cincuenta) a estar por encima del millar a finales de los sesenta. Los mayordomos de las cofradías humildes hacen treinta mil piruetas para conseguir el dinero para tan elevadas nóminas.

Agobiados por las circunstancias , ven el cielo abierto con la llegada del nuevo modelo, independientemente de que añoren los tiempos que luchaban con sus colegas de las otras Hermandades , para conseguir llevarse el mejor capataz para su Hermandad.
Tengan en cuenta que, si hoy en día las cuadrillas fueran de profesionales, las nóminas estarían cerca del millón de pesetas por cofradía.

CONTINUARA...

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