Hace ya algunos años el Señor me llamó a su trabajadera bajo los pies de su Madre Bendita de la Concepción. Fué un frio lunes por la noche cuando sentí por primera vez en mi cerviz el peso de su madero, peso que llevé orgulloso durante algunos años en la “madrugá” hispalense. Pero la vida fué girando, y cocnocí a una mujer maravillosa, un pueblo precioso, una hermandad grande con G mayúscula y una cuadrilla de costaleros que más que hermanos costaleros, son realmente hermanos en el Señor.
Hoy por un problema físico me veo obligado a separarme de Su trabajadera por este año, aunque sólo fisicamente, no de corazón, ya que en espiritu estaré debajo con vosotros, esperando y anhelando por volver a vestir mi costal y mi faja, compartir con quienes considero mis hermanos esos buenos ratos de ensayo, silencio y oración bajo Su paso en una madrugá bendita que se repite cada año.
Un gran capataz y amigo me ha dicho hace muy poco que debía tener “el corazón caliente y la cabeza fría”, y eso es lo que hago ahora, pensar con la cabeza y no con el corazón, porque más vale no salir un año y poder seguir bajo sus trabajaderas muchos años más, que por querer salir este año que sea mi último año como costalero del Señor.
Desde estas líneas daros simplemente las gracias por todos los buenos ratos que me habeis hecho vivir, albergando el deseo de recuperarme muy pronto, y volver a batallar bajo su madero.
Jesús Bayón, Costalero
Fuentes: costalero del nazareno.
15 Septiembre 2011