Estamos en unos momentos difíciles para defender las costumbres y moral cristiana. Momentos estos en los que prima el “tanto tienes tanto vales” en nuestra sociedad consumista y globalizada.
No estamos dados en estos tiempos a hacer ejercicios de autoconfesión, y de entonar el mea culpa para sabernos alejados de Cristo. No nos importa, nos da igual el cometer pecado, sea del grado que sea, pues no tenemos “temor de Dios”.
Nos escondemos de nuestra religión, no hablamos de ella y la defendemos como si se tratara de cualquier otro estéril aspecto de nuestras vidas; nos convertimos en San Pedro negando nuestro Catolicismo, Cristianismo,…, sólo defendemos a unas Imágenes, unas Hermandades y casi siempre en forma de discusiones pueriles o estériles que nos alejan del verdadero sentido de una Hermandad.
No podemos ni debemos hacer que las Hermandades, “La Política” de nuestras hermandades, nos alejen de nuestros hermanos; es cierto que donde hay 2.000 personas dificil es llevarse bien con todos, pero no podemos servirnos de nuestra posición temporal en ellas para actuar contra nadie: las decisiones hay que tomarlas pensando en la Hermandad y también en la persona a las que afectarán dichas decisiones.
Hemos de ser humildes, de reconocer nuestros errores, de apoyarnos en los demás, porque para eso están los hermanos y en momentos de duda, rezar, meditar y actuar de forma que se haga el menor daño posible.
Tiene que ser verdaderamente reconfortante acompañar a nuestros titulares, dándole gracias, por iluminarnos en nuestro caminar diario, sabiéndonos con la conciencia tranquilla de no habernos echado enemigos, que fueron amigos, compañeros, hermanos de junta, de trabajadera,…
No podemos dudar del que viene detrás, del nuevo, del que no tiene experiencia; al revés, cuando el paso del tiempo nos aparte de nuestro sitio en la Hermandad debemos de enseñarlo, animarlo, y prestarle todo el apoyo del mundo, porque en verdad quiere lo mismo que nosotros.
Intentemos entre todos, poner nuestro granito de arena, para hacer de nuestras hermandades sitio de convivencia y verdadero Amor a Cristo con nuestras acciones hacia todos los hermanos y conjunto de nuestra sociedad y encaminarnos sobre todo ahora, en ayudar al prójimo.
Diego Galan.
10 Mayo 2010
No estamos dados en estos tiempos a hacer ejercicios de autoconfesión, y de entonar el mea culpa para sabernos alejados de Cristo. No nos importa, nos da igual el cometer pecado, sea del grado que sea, pues no tenemos “temor de Dios”.
Nos escondemos de nuestra religión, no hablamos de ella y la defendemos como si se tratara de cualquier otro estéril aspecto de nuestras vidas; nos convertimos en San Pedro negando nuestro Catolicismo, Cristianismo,…, sólo defendemos a unas Imágenes, unas Hermandades y casi siempre en forma de discusiones pueriles o estériles que nos alejan del verdadero sentido de una Hermandad.
No podemos ni debemos hacer que las Hermandades, “La Política” de nuestras hermandades, nos alejen de nuestros hermanos; es cierto que donde hay 2.000 personas dificil es llevarse bien con todos, pero no podemos servirnos de nuestra posición temporal en ellas para actuar contra nadie: las decisiones hay que tomarlas pensando en la Hermandad y también en la persona a las que afectarán dichas decisiones.
Hemos de ser humildes, de reconocer nuestros errores, de apoyarnos en los demás, porque para eso están los hermanos y en momentos de duda, rezar, meditar y actuar de forma que se haga el menor daño posible.
Tiene que ser verdaderamente reconfortante acompañar a nuestros titulares, dándole gracias, por iluminarnos en nuestro caminar diario, sabiéndonos con la conciencia tranquilla de no habernos echado enemigos, que fueron amigos, compañeros, hermanos de junta, de trabajadera,…
No podemos dudar del que viene detrás, del nuevo, del que no tiene experiencia; al revés, cuando el paso del tiempo nos aparte de nuestro sitio en la Hermandad debemos de enseñarlo, animarlo, y prestarle todo el apoyo del mundo, porque en verdad quiere lo mismo que nosotros.
Intentemos entre todos, poner nuestro granito de arena, para hacer de nuestras hermandades sitio de convivencia y verdadero Amor a Cristo con nuestras acciones hacia todos los hermanos y conjunto de nuestra sociedad y encaminarnos sobre todo ahora, en ayudar al prójimo.
Diego Galan.
10 Mayo 2010