Una ilusión despertó en mi alma la primera vez que me acerqué a nuestra capilla,
no me hicieron falta tres veces para sentirme unida a tu familia.
¡A ti Virgen de los Ángeles!, te pedí la primera vez por mi familia
y una luz me hizo ver ese ángel que nos guía.
¡A ti Virgen de los Ángeles!, te llevo en mi corazón desde aquel día que
me abriste la Almazara, yo te doy las gracias por guiarme, ampararme
y enviarme esta ilusión.
¡A ti Virgen de los Ángeles!, cuando te veo el Domingo de Ramos,
suena dentro de mí una saeta,
pidiéndote que sigas siendo mi Madre, para mis alegrías y mis penas.
¡No me dejes Madre Mía que sin tu ayuda no viviría!
Te doy gracias todos los días,
¡a ti Virgen de los Ángeles!,
¡a ti Reina de la Almazara!,
¡a ti Madre de Dios! y
¡a ti ángel que me ampara!
ya me siento de la Almazara, no hace falta que me lo digan,
gracias a la ilusión que tengo de verte to los días.
Un adiós nunca se dice,
pero si decirte que esta poesía, es frutos de mis sentimientos,
sentimientos que llevaré siempre conmigo
y que nunca te dejare en un olvido.
¡TE QUIERO MADRE MÍA!
ANÓNIMA.