22 de mayo de 2015

Jesús " el de la Calva" 54 ańos de camino por una promesa de sumadre...por Fernando R. Murube.

Desde su niñez, Jesús María Arjona (Los Palacios, 1950), «Jesús el de la Calva», ha hecho de su vida el camino del Rocío y, lo que es más impactante, el camino del Rocío ha hecho su vida. Y es que a una edad muy temprana a este cristiano de fe inquebrantable le diagnosticaron epilepsia, una enfermedad que hoy ya se conoce mejor y que con tratamiento se sobrelleva más o menos bien, pero que a mediados del siglo pasado era una tragedia.
El pequeño Jesús sufría ataques epilépticos continuamente, ante lo que su madre intentó hacer frente de todas las maneras habidas y por haber, consultando a los mejores médicos de la provincia, y de los que nunca obtuvo mejoría.
Ante la desesperación de no poder ayudar a su hijo, su madre recurrió a su fe. Decide llevarle a la aldea del Rocío para que vea a la Virgen y haga el camino de vuelta con la hermandad de Palma del Condado, al cuidado de unos amigos de la familia. Es en ese momento, cuando apenas cuenta nueve años, cuando germina la epifanía de su vocación rociera.
Porque aquella experiencia supuso una carga de energía mental, emocional y corporal de tal calibre, que se llevó varios meses sin padecer los insoportables ataques. Desde entonces, y tras percibir su madre la fuente de salud que había encontrado Jesús en el camino, hizo que no faltara ni un año a su cita almonteña: «Tú siempre pegaíto a la virgen, verás cómo te protege», cuenta, con los ojos vidriosos, el propio Jesús que le aconsejaba su madre.
A partir de ahí, tan solo dos años no ha hecho el camino, y ha sido por enfermedad. Acompañó a la ya mencionada Hermandad de Palma del Condado, a la de La Palma del Río y a la de Gines, hasta que en 1972 se creo la de Los Palacios, de la que es hermano fundador y con la que comenzó a peregrinar hasta hoy.
Con apenas 17 años perdió a sus padres (solo catorce meses de diferencia entre el fallecimiento de su madre y de su padre), dos duros golpes que no hicieron si no darle más fuerza para hacer el camino, y continuó haciéndolo tal y como su madre le encomendó tiempo atrás: sin soltar el eje de la carreta ni un solo momento de la peregrinación y durmiendo al raso justo a su lado, acurrucado a la sombra que proyecta la luna sobre el Simpecado.
«Lo único que procuro es no defraudar el interior de mi madre, que me estará viendo seguro. Yo no voy porque quiero, la que va es mi madre, el corazón de mi madre. Yo voy con mis pies y mi alma pero el que va es el corazón de mi madre». Revela.
En total suma 54 caminos del Rocío (42 de ellos con Los Palacios), una cifra que da para acumular un sinfín de anécdotas, emociones y sinsabores, los cuales ha ido anotando en una misteriosa libretita mientras observa a su alrededor paisajes y actitudes con sus grandes ojos inquisitivos. Parte de esos apuntes quedaron registrados hace unos años en un libro editado bajo el título «El peregrino eres tú».
Fuentes: ABC.

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